Un artículo de Ana Trabadelo, técnico superior en dietética. www.ladietadelespejo.com
Todos (incluso los que no somos futboleros) hemos escuchado alguna vez burlas o criticas encarnizadas acerca del sobrepeso del jugador de fútbol Ronaldo. Y así con personas de nuestro entorno que señalamos acusando de comer demasiado. Pero detrás de un sobrepeso, a veces no se esconden necesariamente malos hábitos.
El hipotiroidismo puede ser de varios tipos, pero me voy a centrar en el más frecuente con el 90% de los casos totales.
Primario: Este es un hipotiroidismo autoinmune. Es decir; nuestro propio cuerpo, equivocadamente ataca a nuestras propias glándulas tiroideas, pues erróneamente las considera una amenaza.
Nuestro nivel de TSH aumenta en un intento desesperado de mandar la señal a la tiroides de que segregue suficientes T3 y T4 (las hormonas tiroideas) pero estas se encuentran en un nivel inferior al necesario, no pudiendo cumplir correctamente con su función.
Entre las causas que lo provocan podemos encontrar predisposición genética a sufrir enfermedades autoinmunes (esto solo supone un 25% de los casos. No es determinante), hipersensibilidad intestinal (la barrera de nuestro intestino para protegernos de atacantes externos no es eficiente y estamos más expuestos), otros detonantes como la contaminación o el consumo de pesticidas y la dieta. En este último caso los alimentos más perjudiciales son el gluten, los lácteos, la soja y los azúcares simples.
El desconocimiento de esta enfermedad autoinmune que sufren 8 mujeres por cada hombre que la padece y que todo el mundo parece saber solucionar mediante la frase: Come menos y haz más ejercicio, hace que los que sufren hipotiroidismo se sientan injustamente avergonzados e incomprendidos.
El mundo de la medicina no ha avanzado mucho en este campo desde que se empezará a tratar a pacientes con hipotiroidismo. Parece que la antigua pauta de mandar una dieta hipocalórica y un aumento de actividad es todo a lo que pueden aspirar los pacientes.
Pero es gracias a ellos, a sus testimonios y a sus experiencias vitales, que se sabe mucho más acerca de esta patología que pretende ser arreglada por muchos sanitarios mediante el tratamiento farmacológico y las revisiones cada determinado tiempo.
Quienes padecen este trastorno, quieren formar parte activa de la solución (porque pueden), pero no se les da suficiente información.
Es importante tener en cuenta algunos factores para saber si padecemos hipotiroidismo y para mejorar nuestro estado general, en caso de tener la certeza.
El primer punto a tener en cuenta es que el hipotiroidismo se puede diagnosticar a partir de la aparición de los anticuerpos elevados en una analítica. El parámetro de la TSH, indica un valor superior al normal. Pero hasta que este dato se refleja en una analítica, pueden transcurrir hasta 10 años, con la enfermedad latente. El problema de esto es que durante esos diez años y sin ser conscientes de ello, vamos perjudicando nuestro estado de salud sin saberlo.
Por ese motivo, antes de meternos en materia es bueno recalcar, que una alimentación saludable es la mejor prevención ante cualquier patología futura.
Llegado el momento en el que somos diagnosticados de hipotiroidismo (si tenemos sospechas, es mejor pedir una analítica completa que refleje el nivel de anticuerpos), sería muy aconsejable que además del tratamiento farmacológico que se nos prescriba, lleváramos a cabo unas pautas dietéticas, que mejorarán considerablemente varios aspectos de nuestra situación:
-Podríamos reducir nuestro peso. Este punto, no solo es importante por salud. Las personas con hipotiroidismo a veces se encuentran en una situación angustiosa frente a la ganancia de peso repentina.
-Mejoría nuestro estado de fatiga crónica
-Mejoría nuestro estado anatómico
-Mejoría nuestro estado ginecológico
Lo más eficiente sería llevar a la práctica durante un periodo no inferior a un mes, una dieta estricta de exclusión durante un mínimo de un mes y aconsejablemente tres meses.
Una vez superado este plazo, se irían reintroduciendo alimentos (solo los saludables; no bollería o comidas procesadas y golosinas) a un ritmo de uno por semana, del siguiente modo:
-Reintroducimos el alimento elegido, lo tomamos durante dos o tres días (en almuerzo o desayuno; no en cena)
-Dejamos de tomarlo los días que restan hasta finalizar la semana
-Si no tenemos molestias de ningún tipo, reintroducimos el siguiente…
En este periodo eliminaríamos totalmente gluten, los lácteos, la soja, los azúcares simples, los cereales en general y legumbres (lectinas*, que son irritantes), la carne de cerdo, los frutos secos y las semillas (generan reacción cruzada con el gluten), la clara de huevo (lisocima y reacción cruzada con el gluten), los tomates, el pimiento verde y berenjenas ((por la solanina, un tóxico natural que puede causar irritación), los pescados de gran tamaño por su contenido en mercurio.
A priori parece algo duro, pero hay que recordar que es de modo temporal, para poder después valorar los alimentos uno a uno y mejorar nuestro estado de salud. No es para siempre y puede representar muchos beneficios que compensarán el esfuerzo.
Cabe destacar que esta restricción es la más excluyente; dependerá de los síntomas y el nivel de anticuerpos que se refleje en la analítica. Como siempre, cada caso se debe valorar de forma individual.
Durante este periodo, podemos tomar verduras variadas en ¾ del plato y en todas las comidas (que pueden ser 3 perfectamente dado que el estado del aparato digestivo está comprometido y las digestiones son mucho más lentas), acompañadas de grasas saludables y proteínas como aguacate, aceite de oliva, boquerones, anchoas, sardinillas, caballas /azul de pequeño tamaño), o pescados blancos salvajes, yema de huevo, carnes (salvo de cerdo), pollo, pavo, ternera, cordero, conejo (estas una vez por semana y mejor ecológicas)
Sería interesante añadir media papa cocida del día anterior, que haya pasado la noche en la nevera. De este modo su almidón se volverá resistente y creará un efecto prebiótico al llegar al colon alimentando a nuestras bacterias intestinales.
Lo importante es hacer cocciones blandas, evitando fritos y horneados a altas temperaturas que resequen o dejen seca la comida.
*Las lectinas son un grupo de compuestos que se encuentran en los alimentos vegetales para proteger a la planta contra una amenaza potencial. El trabajo de algunos investigadores indican que las lectinas pueden contribuir a los problemas gastrointestinales, intolerancias a los alimentos y las enfermedades inflamatorias y autoinmunes, como la artritis reumatoide, según Carolyn Pierini, una consultora nutricional y científica de laboratorio clínico especializado en microbiología médica. Aunque se necesitan más estudios para aclarar los efectos de las lectinas en la salud humana, se puede evitar fácilmente la mayoría de las lectinas mediante la eliminación de granos, frijoles y miembros de la familia de las solanáceas en tu dieta.
Fotos Ronaldo: elmundo.es y emol.com
Hola,
Yo lo tengo hace tiempo, y es verdad que por mucho esfuerzo en la dieta, cuesta mucho perder peso.
Tal vez no tenga unos hábitos adecuados a la enfermedad, pero a veces es frustrante.
El endocrino me mando Eutirox y unos consejos alimentarios y poco más.
Me gustaría dar con un profesional que me pudiera informar cuál sería mi dieta ideal o con los hábitos que más me convienen.
Gracias por el artículo.
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